Para el estudio de aquélla existe relativa escasez de literatura conservadora, acusó Malcom Deas, durante la recordación del año 2000. Esta nueva publicación aporta a ese vacío historiográfico. Sin duda, en el recuento escueto de la guerra del novecientos, que nos hace el Coronel, se hallan los mismos rasgos de la vida política, social y cultural de la Colombia de todos estos tiempos, útiles para los analistas nacionales y extranjeros que buscan, con la lupa de la desesperación, las sinrazones de nuestra violencia sempiterna.
El discurso político justifica la guerra: se mata para servir a Dios y a la Patria, “pues uno y otro altar necesitan [...] de sacrificios humanos”, recuerda la prologuista, en sus líneas introductorias. Luego, las conmemoraciones (la del centenario en 1910, y las del bicentenario en 2010) celebran sobre los cadáveres de la Guerra y las desmembraciones, porque las dirigencias futuras no tienen empacho en festejar lo inconcebible. Es la Patria, que llaman. “Colombia es pasión”, dice el lema turístico. Sí que lo es: Pasión y fanatismo.
Francisco Duque
Sin duda, el Diario del Cr. Francisco Duque Ramírez: presencia antioqueña en la Guerra de los Mil Días constituye una fuente importante para descifrar páginas trágicas, y aún no suficientemente estudiadas, de la historia colombiana; para entender esa perpetua “geografía nacional de la guerra”.
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